
Todos tienen un asunto pendiente ante el tribunal de Dios. Cada cual deberá encontrarse cara a cara con el gran juez. ¡Cuán importante es, pues, que cada uno contemple a menudo de antemano la solemne escena del juicio en sesión, cuando serán abiertos los libros! (Eclesiastés 12:14).
«Venid luego, dice Jehová, y estamos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isaías 1:18).
¡El aposto! Pablo declara que Dios ha designado un día en el que juzgará el mundo (Hechos 17:31).
Pablo predicó del juicio venidero a Félix con tanta convicción que el procurador romano tembló (Hechos 17:24-25). Mostró que la convicción de un juicio futuro se encuentra implantada en la conciencia humana (Romanos 1:32; 2:14-16) y para muchos es temible (Romanos 14:10-12).
El tribunal comienza a sesionar El juicio investigador: ¡Que escena! En el lugar santísimo del santuario celestial, en el gran tribunal del cielo, está sentado Dios el Padre, el Juez supremos de toda la tierra en su glorioso trono de gracia: el propiciatorio celestial.
Debajo de su trono, sirviéndole de base, está su santa ley. Delante de Él están los grandes libros de registro del cielo abiertos ante la ley que ha sido transgredida, y por la cual se juzgará toda obra. (1 Pedro 4:17).
La ilustración de Daniel ante el juicio: «Estuve mirando hasta que fueron puestas las sillas: y un Anciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama de fuego, sus ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía de delante de él: millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él: el Juez se sentó, y los libros se abrieron» (Daniel 7:9-10).
¿En qué se basará el juicio?
Se basa en los registros asentados en los libros del cielo que son:
• Libro de la Vida: «Los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el Libro de la Vida» (Apocalipsis 20:12), (lucas 10:2 0).
• Libro de Memoria: «Fue escrito un Libro de Memoria ante él, el favor de los que reverencian al Eterno, y piensan en su Nombre» (Malaquías 3:16).
• Libro de los Pecados: «Arrepentíos y convertidos para que sean borrados vuestros pecados» (Hechos 3:19), (1 Corintios 4:5).
¿Como examinará Dios mi vida?
Dios posee datos precisos acerca de la naturaleza física (Salmo 139:15-16), conoce hasta nuestros más íntimos pensamientos (1 Reyes 8:39), conoce los secretos del corazón (Salmo 44:21); hay ángeles mensajeros que están encargados de llevar los libros del cielo y mantener al día sus anotaciones (Hebreos 1:14; 2 Crónicas 16:9; Eclesiastés 5:6).
En ese día todos los secretos de nuestro corazón aparecerán desnudos delante de los ojos de Dios. «El día que juzgará el Señor lo encubierto de los hombres conforme a mi Evangelio, por Jesucristo» (Romanos 2:16; 1 Tesalonicenses 1:8).
¿Cuál es la norma usada para el juicio?
La ley de Dios es la regla por la cual los caracteres y las vidas de los hombres serán probados en el juicio «Así hablad, y así obrad, como los que habéis de ser juzgados por la ley de libertad» Santiago 2:12.
¿Cuál es la ley de libertad?: Los Diez Mandamientos tal como se indica claramente en Santiago 2:10-13, incluyendo el sábado que es el cuarto mandamiento de la ley de Dios (Éxodo 20:8).
¿Quién es el juez?
Dios, el Padre ocupa el lugar de honor en el juicio (Daniel 7:8-9), pero ha dado al Hijo la tarea específica de juzgar. Jesús explicó: «El Padre a nadie juzga, sino que confió todo al Hijo» (Juan 5:22).
¿Quién es el abogado e intercesor?
«¿Quién condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, el que además… intercede por nosotros» (Romanos 8:34). «Tenemos un abogado ante el Padre, a Jesucristo el Justo» (1 Juan 2:1). En la primera parte del juicio, antes del advenimiento, Cristo actúa de abogado intercesor. Luego, como juez, desciende a ejecutar la sentencia.
Este niño, esta niña, se mantuvo firme en mi favor y en el camino recto en la tierra: en la escuela y en su casa. Ahora yo respondo por ellos.» Luego, levantando las manos, continúa diciendo: «Son míos, Padre. Los he grabado en las palmas de mis manos. Borra sus pecados por mi causa, y retén sus nombres en el registro de la familia, en el Libro de la Vida. Son mis hermanos y miembros de la familia real. Quiero que donde yo estoy, ellos también estén conmigo.» Al confesarnos Jesús delante del padre y de los santos ángeles el juez acepta la súplica de nuestro abogado celestial (Salmos 33:5; 51:3).
Nuestros pecados son borrados del Libro de los Pecados, y tenemos la promesa de que los pecados que hemos cometido no nos serán tenidos en cuenta. (lsaías 43:25; Hechos 3:19-20).
Terrible será la suerte de millones cuyos nombres nunca se inscribieron en el Libro de la Vida porque nunca confesaron al Señor. Pero será igualmente terrible la de aquellos que tenían el nombre inscrito en ese libro y luego se les borró al concluir el juicio investigador. La pregunta es: ¿Por qué borra Dios un nombre después de haberlo inscrito?
«Diciendo yo al justo, de cierto vivirá, y él confiado en su justicia hiciere iniquidad, todas sus justicias no vendrán en memoria, sino que morirá por su iniquidad que hizo.» (Ezequiel 33:13; Proverbios 28:13; Éxodo 32:33)
Los pecados que no hayan inspirado arrepentimiento y que no hayan sido abandonados no serán perdonados ni borrados del Libro de la Memoria, sino que permanecerán como testimonio contra el pecador en el día de Dios. Puede el pecador haber cometido sus malas acciones a la luz del día o en la oscuridad de la noche; son conocidas y manifiestas para Aquel a quien tenemos que dar cuenta: hubo siempre ángeles de Dios que fueron testigos de cada pecado. (1 Corintios 4:5; Mateo 12:36-37).
Los que se conforman con una apariencia de piedad, y al mismo tiempo niegan el poder de Dios en su vida, descubrirán demasiado tarde que no construyeron su carácter sobre Cristo, la Roca de los siglos. A esas personas el Señor les dirá: «No los conozco.» (Mateo 7:21).
Todavía hay esperanza para el pecador
Mientras Jesús intercede por los súbditos de su gracia, Satanás los acusa ante Dios como transgresores. El gran seductor procuró arrastrarlos al escepticismo, hacerles perder la confianza en Dios, separarse de su amor y transgredir su ley. Ahora él señala la historia de sus vidas, los defectos de carácter, la falta de semejanza con Cristo, lo que deshonró a su Redentor, todos los pecados que les indujo a cometer, y a causa de éstos los reclama como sus súbditos. (1 Juan 2:1-2; Hebreos 9:24; 7-25)
Dios ha prometido limpiarnos de todo pecado
Tú también eres pecador. No puedes expiar tus pecados pasados, no puedes cambiar tu corazón y hacerte santo. Más Dios promete hacer todo esto por ti mediante Cristo. Crees en esa promesa. Confiesas tus pecados y te entregas a Dios. Quieres servirle. Tan ciertamente como haces esto, Dios cumplirá su palabra contigo. Si crees la promesa, si crees que estas perdonado y limpiado (1 Juan 1:8-9; Salmos 51:17).
Quienes confían en Cristo no han de ser esclavos de tendencias y hábitos hereditarios o adquiridos. En vez de quedar sujetos a la naturaleza inferior, han de dominar sus apetitos y pasiones. Dios no deja que peleemos contra el mal con nuestras fuerzas limitadas (2 Corintios 3:18).
Cualesquiera que sean que sean las tendencias del mal, que hayamos heredado o cultivado, podemos vencerlas mediante la fuerza que Dios está pronto a darnos (Judas 24; 2 Corintios 12:9; Romanos 1:16).
No esperéis hasta sentir que sois sanos. Creed en la palabra del Salvador. Poned vuestra voluntad de parte de Cristo. Quered servirle, y al obrar de acuerdo con su palabra, recibiréis fuerza. Cualquiera que sea la mala práctica, la pasión dominante que haya llegado esclavizar vuestra alma y vuestro cuerpo, por haber cedido largo tiempo a ella, Cristo puede y anhela librarnos.
El infundirá vida al alma de los que «estaban muertos en vuestros delitos.» (Efesios 2:1) Liberará al cautivo que está sujeto por la debilidad, la desgracia y las cadenas del pecado. (Mateo 11.28-30)
El sentimiento de pecado a envenenado las fuentes de la vida; pero Cristo dice: «Yo llevaré vuestros pecados; yo os daré paz; os compre con mi sangre sois míos. Mi gracia fortalecerá vuestra voluntad debilitada. Cuando os asalte las tentaciones, deprimido y desalentado estéis mirad a Jesús (Juan 5:24; Romanos 8:1).
¿Porque será condenado el pecador?
Dios no condenará a nadie en el juicio porque honradamente haya creído una mentira, o concienzudamente haya albergado el error; sino porque descuidó las oportunidades de familiarizarse con la verdad. El incrédulo será condenado, no porque fue incrédulo, sino porque no aprovechó los medios que Dios puso a su alcance para que pudiese a llegar a ser un cristiano (Juan 12:48-49; Juan 3:18-21).
Apreciado amigo, el Señor Jesucristo es su Salvador ahora. Dio todo lo que el cielo tenía para salvarlo. Con placer defenderá su causa delante del tribunal de Dios si usted le pide ahora que sea su Abogado. Llegará el día en que será DEMASIADO TARDE, porque cuando concluya el juicio investigador ya no podrá defenderlo. Ahora, hoy, es el día de la salvación. Confíele su caso al Señor ahora mismo. Entonces Jesús dirá las siguientes palabras Apocalipsis 22:11.
Promesa para el vendedor
«El que venciere no borraré su nombre del Libro de la Vida» Apocalipsis 3:5; 21:27.